¿Qué significa el temor de Dios? Una explicación sencilla

Actualizado el Dec 18 202411 min leer
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La noción de "miedo a Dios" existe desde que los cristianos tienen memoria. De niño me asustaba mucho cuando lo escuchaba de mis padres o del sacerdote de la iglesia.

Creciendo, me di cuenta de que tenía este miedo irracional y la culpa que cargaba y que salía a la superficie cada vez que hacía algo ligeramente en contra de las enseñanzas cristianas. Y no me refiero a cosas importantes. No, me sentía culpable incluso por pensar cosas impías, como enfadarme con mi vecino por ser demasiado ruidoso y perturbar mi sueño, o sentir envidia de ese colega que consiguió un ascenso aunque no se lo merecía.

Pero como humanos, somos defectuosos por diseño. Somos propensos a estos pensamientos de vez en cuando. Sin embargo, ¿se supone que estas cosas deben crear un sentimiento interno tan fuerte de vergüenza e inadecuación? ¿Va a traer Dios fuego y truenos a tu vida por salirte de tu camino divino de vez en cuando? ¿Y se supone que debes temer a Dios cuando toda la religión cristiana habla del amor eterno? Todas estas son preguntas válidas y vamos en un viaje para encontrar las respuestas.

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El problema con la palabra "miedo"

El problema con la palabra "miedo" es que pesa mucho. Viene con equipaje. Pregúntele a alguien qué significa "temor de Dios" y observe su rostro. Probablemente verás una combinación de ojos muy abiertos y una risita nerviosa, seguida de un rápido cambio de tema. Esto se debe a que el miedo, en nuestro lenguaje moderno, es casi siempre negativo. Es el monstruo debajo de la cama, la figura sombría en un callejón oscuro, lo que evitamos a toda costa. Nos enseñan que el miedo es malo, algo que hay que vencer o de lo que hay que huir. Pero luego viene la Biblia y Proverbios 9:10 dice, "El temor del Señor es el principio de la sabiduría." Espera. ¿Temor? ¿En serio?

Esa es la tensión. Cuando oímos "miedo", pensamos en terror, temblor, pavor paralizante. Pero el "temor de Dios" bíblico no encaja en ese molde. En lugar de acurrucarse en un rincón, esperando que caiga un rayo, se trata más bien de asombro. Reverencia. Esa profunda comprensión de que estás en presencia de algo infinitamente más grande que tú. Piénsalo así: Estás al borde del Gran Cañón, contemplando su inmensidad. No tienes miedo en el sentido de las películas de terror, pero sientes algo primario, algo humilde, algo que te hace replantearte tu lugar en el mundo. Ese es el miedo bíblico.

El verdadero problema con la palabra "miedo" no es la palabra en sí, sino más bien nuestra forma de percibir su significado a lo largo del tiempo. En nuestra prisa por evitarlo, hemos perdido la belleza de su profundidad. Temer a Dios no significa que huyas de Él; significa que te sientes atraído hacia Él, de pie en ante Su poder, Su justicia y Su gracia. No es el tipo de miedo que se encoge y tiembla, sino el que te expande, te cambia y, sí, te hace sabio. Así que el problema no es el miedo, sino el hecho de que hemos olvidado cómo abrazarlo.

"El temor del Señor es el principio de la sabiduría"

Significado

Aquí es donde las cosas se ponen interesantes: Proverbios 1:7 declara que "El temor del Señor es el principio del conocimiento, Pero los necios desprecian la sabiduría y la instrucción.", y Proverbios 9:10 dice "El temor del Señor es el principio de la sabiduría." Así que no es amor, ni fe, ni arrepentimiento. Es miedo. ¿Por qué?

Porque el temor, como reverencia llena de temor, prepara el escenario para la claridad. Es una llamada de atención que te recuerda que Dios es Dios, y que tú, bueno... no lo eres. Es darte cuenta de que no tienes todas las respuestas y de que hay una autoridad superior con la que vale la pena alinear tu vida. Humblenes. Ahí es donde comienza la sabiduría.

Piensa en ello como aprender a conducir. Empiezas respetando las normas, la potencia del coche y los peligros de la carretera. Sin esa reverencia fundamental, la sabiduría no llega. Puedes pisar el acelerador sin comprobar los frenos. Puede que te saltes un semáforo en rojo sólo porque te apetece. Pero, ¿con el debido temor a las posibles consecuencias? Aprendes. Creces. El mismo principio se aplica a la vida. Sin un temor sano de Dios - temor por Su poder, reverencia por Su justicia, aprecio por Su gracia - somos como conductores imprudentes en un mundo diseñado por otra persona.

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Las dos caras del temor

Acerquémonos un poco. Martín Lutero había dividido el temor de Dios en dos categorías: el temor servil y el temor filial. Suena rebuscado, ¿verdad? Pero no es tan complicado, lo prometo.

Miedo servil es el que sentirías hacia un jefe severo. Es miedo al castigo, miedo a meter la pata. Hace que llegues a tiempo, pero no inspira lealtad ni amor. Se parece más al sentimiento que tendría un prisionero hacia su torturador. Es amenazador y te inspira obediencia si quieres mantener la paz.

Miedo Filial es completamente diferente. Es el tipo de temor y respeto que sientes por un padre cariñoso. No temes que te castiguen, pero no quieres defraudarles. Es una reverencia basada en el amor.

La Biblia nos anima a pasar del temor servil al temor filial. Claro, puede que comiences tu camino de fe con una mentalidad de "no quiero ir al infierno", pero con el tiempo, creces en algo mucho más profundo: un deseo sincero de honrar y obedecer a Dios porque lo amas. No estamos hechos para hacer cosas o no hacerlas por miedo a las consecuencias, sino que estamos llamados a entender el significado de nuestras acciones y a tomar la decisión correcta con sabiduría y claridad, y por puro amor y respeto a nuestro creador. En esta ecuación, el miedo es un instrumento que podemos utilizar para motivarnos a buscar siempre la mejor manera de reconciliarnos con Dios.

Entonces, ¿qué significa temer al Señor?

Hagamos esto real. ¿Qué significa temer a Dios un martes por la mañana cuando tu café se derrama, tu bandeja de entrada se desborda y el mundo se siente caótico?

  • Da forma a tus decisiones

Proverbios 22:4 dice: "Con la humildad y el temor de Jehová están las riquezas, la honra y la vida." Temer a Dios significa dejar que Sus normas guíen tus decisiones. Es el recordatorio sutil (o no tan sutil) de priorizar la integridad sobre la conveniencia.

  • Profundiza tu adoración

¿Alguna vez has estado en un servicio religioso, cantando, pero sintiendo que son sólo palabras? El temor -el tipo de temor que ve a Dios como santo y majestuoso- cambia eso. La adoración consiste en responder a quién es Dios en lugar de seguir los movimientos.

  • Te ancla en tiempos difíciles

La vida es complicada, pero temer a Dios te recuerda que Él tiene el control. Esa fe en Su poder te permite pasar de la angustia a decir con calma: "Dios se encarga de esto".

  • Te mantiene humilde

Temer a Dios no significa pensar menos de ti mismo, sino pensar menos de ti mismo. Se trata de reconocer que el mundo no gira a tu alrededor, y menos mal.

El miedo como resorte del crecimiento y la transformación

El miedo no suele ser invitado a las fiestas de autoayuda. Cuando pensamos en el crecimiento y la transformación, el miedo suele ser el villano, lo que "golpeas en la cara", "dejas atrás" o "superas". Pero cuando se trata del temor de Dios, el temor no debería ser el antagonista, sino todo lo contrario, debería ser el catalizador. Es el resorte que impulsa el crecimiento real y significativo. Y he aquí por qué: el temor de Dios te obliga a ver el mundo, y a ti mismo, como realmente eres. Cambia tu perspectiva de un modo que ninguna cita motivacional o estrategia de solución rápida podría jamás.

Si quieres que te explique el temor de Dios, empieza por aquí: el asombro que transforma, en lugar de paralizar.

Empecemos por lo que el temor de Dios le hace a tu ego. Nada te humilla más rápido que reconocer que Dios es infinitamente más grande, más santo y más poderoso que tú. Y esto no es un menosprecio de tu valor, sino al revés. Cuando temes a Dios, estás reconociendo Su grandeza, lo que pone tus limitaciones en perspectiva. En ese momento, te liberas de la agotadora necesidad de fingir que lo tienes todo controlado.

Puedes dejar de esforzarte por ser el héroe de tu historia y, en su lugar, dejar que Dios tome la iniciativa. Ahí es donde comienza el crecimiento: en la humildad, no en la arrogancia. Como nos recuerda el Salmo 111:10, "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; Buena inteligencia tienen todos los que ponen por obra sus mandamientos. Su alabanza es eterna"

Pero el temor no se limita a humillarte. Te agudiza. Piensa en él como en un fuego, no del tipo destructivo, sino del tipo refinador. No debería convertirse en una fobia al miedo a Dios, en la que te encoges de terror. Debe ser reverencia, asombro y claridad. Elimina las distracciones y centra tu mente en lo que de verdad importa: Quién es Dios, qué valora y cómo tu vida se alinea (o no) con Su verdad. Esa claridad impulsa la transformación, y no sólo en lo que haces, sino en lo que eres como un todo.

Y aquí está la conclusión: el temor de Dios no te paraliza, te impulsa. Te empuja a perseguir la santidad. El temor de Dios es la cuna del coraje, la obediencia y un sentido más profundo del propósito. No puedes encontrarte con un Dios tan grande y seguir siendo el mismo.

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Lo que no es el temor

Antes de terminar, abordemos algunos conceptos erróneos. La verdad es que el "temor a Dios" viene con un bagaje y es difícil recablear nuestros cerebros y despojarnos de sus connotaciones negativas.

  1. No es terror: Dios no es un matón cósmico a la espera de derribarte. En el sentido bíblico, el miedo es reverencia llena de temor, respeto compasivo si quieres llamarlo así.
  2. No es anticuado: Algunas personas piensan que el temor de Dios es algo del Antiguo Testamento, reemplazado por el amor en el Nuevo Testamento. No es verdad. Jesús mismo dijo en Mateo 10:28, "Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Más bien temed a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno." Aquí está advirtiendo a los discípulos sobre los peligros de su misión: habrá perseguidores que intentarán destruir sus cuerpos. Pero ahí se acaba su poder, así que no deben temer eso. Es más bien el Señor quien tiene el poder absoluto tanto sobre el cuerpo como sobre el alma y ese es el punto en el que deben centrarse. Y no con miedo aterrador, sino de forma reverencial, igual que el cocinero respeta el fuego.
  3. No es opresivo: Lejos de ello. El temor de Dios te hace libre. Es lo que te mantiene con los pies en la tierra, sabio y conectado a lo que más importa. 

Pensamientos Finales: ¿Se supone que debes temer a Dios?

Sí. Pero no como temes a la oscuridad o a tu peor pesadilla. Temer a Dios significa vivir asombrado de Su grandeza, Su justicia, Su misericordia y Su amor. Es el conocimiento de que Él sostiene el universo y, sin embargo, se preocupa profundamente por cada uno de nosotros.

Cuando temes a Dios, no estás retrocediendo. Estás entrando en algo más grande, más rico y mucho más transformador. Vives con claridad, humildad y propósito.

El temor a Dios tampoco es una reliquia de la religión antigua. No vives con temor o siguiendo reglas porque sí. Estás lleno de una reverencia que cambia tu perspectiva, da forma a tus elecciones y ancla tu alma.

Al final, temer a Dios no hace la vida más pequeña; la hace infinitamente más grande. Cuando dejas de intentar controlarlo todo y empiezas a venerar a Aquel que lo hace, encuentras libertad, alegría y sabiduría.

Entonces, ¿qué significa temor de Dios? Significa pararse al borde de algo infinitamente más grande que uno mismo y decir: "Sí. Lo seguiré"

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