El concepto de oración en la Biblia
La oración, en su forma más simple, es una manera de comunicarse con Dios. Las palabras que se utilizan para designar la oración en la Biblia -como la palabra hebrea "tefilá" y la griega "proseuchomai"- nos permiten vislumbrar la riqueza de esta práctica.
"Tefillah" (תְּפִילָּה) proviene de una raíz que significa "juzgarse a sí mismo", lo que refleja la naturaleza reflexiva de la oración en la tradición judía. Por su parte, "proseuchomai"(προσεύχομαι) es una palabra griega que dirige los deseos o peticiones de uno hacia Dios.
A lo largo de la Biblia, la oración evoluciona desde gritos espontáneos de ayuda hasta prácticas más estructuradas y formalizadas. En el Antiguo Testamento, vemos a individuos como Abraham, Moisés y David entablando conversaciones sinceras con Dios, a menudo en momentos de gran necesidad. Cuando llegamos al Nuevo Testamento, la oración se vuelve más comunitaria y se realiza a menudo en el contexto del culto de las primeras comunidades cristianas.
El propósito de la oración
Entonces, ¿Por qué reza la gente según la Biblia? El propósito de la oración es multifacético. En esencia, la oración consiste en construir y mantener una relación con Dios. Es un acto de adoración en el que los creyentes reconocen la soberanía de Dios, expresan su gratitud y buscan orientación.
Sin embargo, la oración también sirve como medio de confesión, en el que las personas admiten sus pecados y piden perdón. Por ejemplo, las oraciones del rey David, especialmente en los Salmos, incluyen a menudo profundas expresiones de arrepentimiento y el deseo de un corazón limpio.
La oración, por tanto, no consiste sólo en conseguir lo que queremos; consiste en alinearnos con la voluntad de Dios. Se trata de poner nuestras vidas en armonía con Su propósito y buscar Sus bendiciones, guía y dirección.
Los antiguos modelos bíblicos de oración
La Biblia no sólo nos dice que debemos orar, sino que nos muestra cómo hacerlo a través de varios ejemplos y enseñanzas.
1. La oración del Señor (Mateo 5:16). El Padre Nuestro (Mateo 6:9-13)
El Padre Nuestro es quizás la oración más conocida del cristianismo. Jesús enseña esta oración durante el Sermón de la Montaña como un modelo de cómo los creyentes deben acercarse a Dios.
La oración comienza con el reconocimiento de la santidad de Dios:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Luego pasa a un deseo de que se haga la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo, mostrándonos que la oración no consiste sólo en pedir cosas, sino en buscar la voluntad de Dios por encima de todo.
La siguiente parte de la oración trata de nuestras necesidades diarias:
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Aquí, Jesús nos anima a confiar en Dios para nuestras provisiones diarias. La oración también incluye una súplica de perdón:
Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.
Esto subraya la importancia de mantener la relación correcta con Dios y con los demás.
Por último, termina con una súplica de protección, recordándonos que necesitamos la ayuda de Dios para mantenernos en el camino correcto.
Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del maligno.
Esta oración cubre todas las bases: alabanza, sumisión a la voluntad de Dios, confianza en Dios para las necesidades diarias, perdón y protección, lo que la convierte en un excelente modelo para nuestras oraciones.
2. La oración de Jabes (1 Crónicas 4:10)
La oración de Jabes es una breve pero poderosa oración escondida en las genealogías de 1 Crónicas. En esta oración, Jabes clama a Dios, diciendo:
¡Oh, que me bendigas y ensanches mi territorio! Que tu mano esté conmigo y me guarde de todo mal, para que esté libre de dolor.
Y la Biblia nos dice que Dios le concedió su petición.
Esta oración ha despertado mucho interés, sobre todo por su osadía. Jabes pide la bendición de Dios de una manera directa y confiada.
Aunque algunos han tomado esta oración como una fórmula para el éxito, es importante entenderla en su contexto. La oración de Jabes nos muestra que pedir bendiciones a Dios está bien, pero debemos hacerlo con los motivos correctos, buscando Su voluntad y no sólo el beneficio personal.
3. La oración de Ana (1 Samuel 1:10-11)
La oración de Ana es un clamor sincero a Dios en medio de una profunda angustia. Incapaz de tener hijos, Ana ora fervientemente, pidiendo a Dios que le dé un hijo. Hace un voto, diciendo que si Dios le concede su petición, dedicará a su hijo al servicio del Señor.
Esta oración es un bello ejemplo de cómo podemos llevar a Dios nuestros deseos y luchas más profundos. La oración de Ana está marcada por la sinceridad y la vulnerabilidad: no oculta su dolor ni sus esperanzas. Y cuando Dios responde a su oración, ella cumple su voto, mostrando así su profundo compromiso con Dios.
4. Los Salmos como oraciones
El Libro de los Salmos se conoce a menudo como el libro de oraciones de la Biblia, y con razón. Muchos de los Salmos son oraciones bíblicas que expresan una amplia gama de emociones, desde la alegría y la acción de gracias hasta la tristeza y el arrepentimiento.
Por ejemplo, el Salmo 23 es una oración de confianza en la guía y protección de Dios:
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Por otro lado, el Salmo 51 es una oración de arrepentimiento, en la que David pide a Dios misericordia y un corazón limpio tras su pecado con Betsabé.
Los Salmos nos enseñan que podemos acudir a Dios con lo que haya en nuestro corazón. Ya sea que estemos alegres o afligidos, confiados o temerosos, los Salmos nos muestran que Dios siempre está dispuesto a escucharnos.