La Entrada Triunfal en Jerusalén
Jerusalén nunca estaba tranquila, pero durante la Pascua era algo totalmente distinto. La ciudad se llenaba de peregrinos de todas partes, llenando las calles de voces, olor a cordero asado y la energía inquieta de un pueblo que vivía bajo el dominio romano. La tensión estaba siempre presente: rumores de rebelión, susurros de profecías, un profundo anhelo de liberación.
Y entonces llegó Jesús.
No llegó como un revolucionario, aunque tenía los seguidores de uno. No asaltó las puertas como un rey que reclama su trono, aunque la gente le recibió como si fuera a hacerlo. En lugar de eso, entró montado en un burro (uno prestado, por cierto).
No fue una elección al azar. Fue deliberada. Siglos antes, el profeta Zacarías había escrito:
"¡Alégrate, hija de Sión! Grita, hija de Jerusalén. He aquí que viene a ti tu Rey, justo y salvador, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna."(Zacarías 9:9)
Ésta fue la entrada del Mesías. No como un guerrero montado en un caballo de guerra, sino como un Rey de paz. Él no estaba aquí para derrocar a Roma. Estaba aquí para hacer algo mucho más grande.
La multitud no lo entendió del todo. Gritaron ¡Hosanna! -una palabra que significaba ¡Sálvanos ahora! Pusieron sus mantos y ramas de palma ante Él, un antiguo signo de honor y victoria (2 Reyes 9:13). Para ellos, este era el comienzo de algo enorme. El momento tan esperado en que el elegido de Dios rompería por fin sus cadenas.
Y sin embargo, Jesús sabía lo que se avecinaba. Él vio más allá de las ramas de palma, más allá de la multitud que lo adoraba. En pocos días, las mismas voces que gritaban Hosanna gritarían ¡Crucifícalo! Sabía que cabalgaba hacia la traición, el rechazo y la muerte.
Aún así, siguió adelante.
Cumplimiento de la profecía: El significado del Domingo de Ramos
Todo en el Domingo de Ramos fue intencional. Jesús no se dejó llevar por una celebración espontánea. Estaba cumpliendo un guión escrito mucho antes de la fundación del mundo. Cada detalle era un eco de la profecía, aunque la mayoría de la multitud no lo vio.
Zacarías lo había predicho:
"He aquí que vuestro rey viene a vosotros, justo y salvador, humilde y montado en un asno" (Zacarías 9:9)
Un rey montado en un asno era toda una declaración. En la antigüedad, los reyes montaban caballos de guerra cuando venían a conquistar. Un burro era un símbolo de paz. Jesús no estaba aquí para hacer la guerra contra Roma. Él estaba aquí para traer la paz entre Dios y el hombre.
Y sin embargo, la gente todavía esperaba algo más. Habían esperado a un Mesías que rompiera el yugo del opresor, que restaurara el poder político de Israel. Pensaban que Jesús estaba a punto de reclamar el trono. En lugar de eso, se dirigía hacia una cruz.
Incluso los gritos de la multitud tenían un significado que no acababan de comprender. Cuando gritaban ¡Hosanna! y citaban el Salmo 118-
"¡Bendito el que viene en nombre del Señor!" (Salmo 118:26)
Estaban recitando un salmo que tradicionalmente se canta durante las fiestas judías, sobre todo como grito de victoria. Pero el Salmo 118 también incluye estas palabras:
"La piedra que desecharon los constructores se ha convertido en la piedra angular" (Salmo 118:22)
Jesús era esa piedra. Le estaban dando la bienvenida como Rey, pero en cuestión de días lo rechazarían por completo.
Incluso el lugar de su llegada fue significativo. El Monte de los Olivos, donde Jesús comenzó su descenso a Jerusalén, estaba vinculado a la profecía mesiánica (Zacarías 14:4). El escenario estaba preparado, las señales eran claras, y las profecías se estaban desarrollando en tiempo real.
Sin embargo, a pesar de todo esto, la mayoría de la gente se perdió la verdadera historia. Vieron a un líder potencial. No vieron al Cordero de Dios que estaba a punto de ser sacrificado por los pecados del mundo.
Jesús no sólo entraba en la historia. La estaba cumpliendo.
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Las palmas: Símbolos de una victoria mal entendida
Para la gente de Jerusalén aquel día, agitar ramas de palma no era sólo un acto de celebración. Las palmas tenían una historia. Un siglo antes, cuando los macabeos judíos se rebelaron con éxito contra el dominio griego, el pueblo lo celebró agitando ramas de palma. Incluso las estampaban en sus monedas en señal de independencia.
Pero Jesús no venía a liberarlos de Roma. Venía a liberarlos del pecado y de la muerte. Su reino no tenía que ver con el poder político, era algo mucho más grande. Pero la gente quería un Mesías en sus términos. Estaban dispuestos a acoger a Jesús siempre que se ajustara a sus expectativas.
La ironía es que la rama de palma, un símbolo de victoria, terminó presagiando algo más. Menos de una semana después, Jesús se presentaría ante un gobernador romano, golpeado y ensangrentado, con otro tipo de planta en la cabeza: una corona de espinas.
La aclamación de Hosanna: Significado del Domingo de Ramos
La palabra Hosanna llenó las calles cuando Jesús cabalgó hacia Jerusalén. Hosanna proviene del hebreo y significa"¡Sálvanos ahora!"
Cuando gritaron:
"¡Hosanna al Hijo de David! Bendito el que viene en nombre del Señor!" (Mateo 21:9, citando el Salmo 118:25-26)
Estaban invocando la esperanza mesiánica de que el ungido de Dios restauraría el reino de Israel. Creían que Jesús era ese Rey. Y lo era. Pero no entendieron cómo sería su reinado.
La misma gente que gritaba Hosanna el domingo estaría gritando Crucifícalo el viernes.
Porque Jesús no cumplió sus expectativas. No asaltó el palacio. No lideró un levantamiento. En su lugar, habló de cosas como la humildad, el servicio y un reino que no es de este mundo (Juan 18:36). En lugar de derrocar a los romanos, volcó las mesas del templo. En lugar de enfrentarse a sus enemigos, se enfrentó a sus pecados.
Y cuando se dieron cuenta de que no era el tipo de Mesías que querían, lo rechazaron.
Y así siguió cabalgando. No a un trono, sino a una cruz. No a la guerra, sino al sacrificio. Porque la verdadera salvación estaba llegando.
El camino a la cruz comienza aquí
El Domingo de Ramos parecía el comienzo de algo victorioso. En realidad, era el primer paso hacia la traición, el sufrimiento y la muerte.
Jesús lo sabía. Mientras la multitud lo aclamaba, Él miraba hacia adelante. Hacia la Última Cena, donde uno de sus amigos más cercanos lo traicionaría. Hacia Getsemaní, donde sudaría gotas de sangre, suplicando al Padre. Por delante, las pruebas, las burlas, la flagelación y, finalmente, la cruz.
Lucas recoge un momento sorprendente en medio de la celebración:
"Y cuando se acercó y vio la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: '¡Ojalá hubieras conocido hoy las cosas que hacen la paz! Pero ahora están ocultas a tus ojos.'" (Lucas 19:41-42)
Mientras todos los demás celebraban, Jesús lloraba. Porque Él sabía que a pesar de todos los gritos de Hosanna, no entendían lo que estaba sucediendo.
Y así, en pocos días, la misma gente que lo aclamaba se volvería contra Él. Los que ponían sus mantos en el suelo lo despojarían de los suyos. Las voces que gritaban Hosanna pronto gritarían Crucifícale.
Jesús no se acobardó. Siguió caminando por la senda que se le había marcado. Porque el Domingo de Ramos no fue sólo un momento de alegría. Era el comienzo del mayor acto de amor que el mundo vería jamás.
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Comienza el desenlace: Una historia de Domingo de Ramos
Jesús tenía su propia misión, y no se parecía en nada a lo que tenían en mente. En lugar de dirigirse al palacio, fue directamente al templo. Volteó mesas, echó a los cambistas y denunció la corrupción que había convertido una casa de oración en una "cueva de ladrones" (Mateo 21:13).
Los líderes religiosos manejaban el templo como un negocio, y Jesús estaba destrozando su sistema. Los fariseos y saduceos vieron la escritura en la pared. Si este hombre no se detenia, todo cambiaria.
Y asi comenzo el desenredo. En el momento en que terminó el Domingo de Ramos, el complot para matar a Jesús cobró impulso. Él no era el tipo de Mesías que querían, y por eso, tenía que irse.
La inevitable paradoja del Domingo de Ramos
La gente quería una revolución. Jesús les estaba haciendo un ajuste de cuentas y estaba en rumbo de colisión.. Los vítores del Domingo de Ramos no durarían, porque Jesús no estaba aquí para cumplir las expectativas. El camino que estaba recorriendo no conducía a un trono en Jerusalén. Llevaba al Gólgota.
La gente pensaba que estaba presenciando el ascenso de un rey. En realidad, estaban presenciando el comienzo del mayor acto de amor que el mundo vería jamás. Porque la marcha fúnebre del Domingo de Ramos terminaría en resurrección.
Preguntas frecuentes sobre el Domingo de Ramos
¿Qué es el Domingo de Ramos?
El Domingo de Ramos es el día en que los cristianos recuerdan la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que marca el inicio de la Semana Santa. Es el momento en que se le da la bienvenida como a un rey -con ramas de palma, mantos en el camino y gritos de ¡Hosanna! - pero la celebración no dura mucho. Al cabo de unos días, la misma multitud que le aclamaba pedirá su crucifixión. El Domingo de Ramos no es sólo un desfile: es el primer paso hacia la cruz.
¿Cuál es la Escritura del Domingo de Ramos?
La historia del Domingo de Ramos se recoge en los cuatro Evangelios:
- Mateo 21:1-11
- Marcos 11:1-11
- Lucas 19:28-44
- Juan 12:12-19
Cada relato ofrece detalles únicos, pero la historia central sigue siendo la misma: Jesús entra en Jerusalén montado en un burro, cumpliendo la profecía, mientras la multitud celebra con ramas de palma y gritos de ¡Hosanna!
¿Cuáles son algunas canciones del Domingo de Ramos?
El Domingo de Ramos ha inspirado siglos de música de adoración. Algunas canciones clásicas y modernas incluyen:
- "Toda Gloria, Laud y Honor" - Un himno tradicional que data del siglo IX.
- "Hosanna (Praise Is Rising)" - Una canción de adoración moderna de Paul Baloche.
- "Ride On, King Jesus" - Un poderoso espiritual afroamericano.
- "Hosanna" - De Hillsong Worship, muy utilizada en cultos contemporáneos.
Ya prefiera himnos antiguos o alabanzas modernas, las canciones del Domingo de Ramos captan la tensión de la celebración y el sacrificio venidero.
¿Hay sermón del Domingo de Ramos?
Sí, mucho. Iglesias de todo el mundo predican sermones del Domingo de Ramos cada año, a menudo centrándose en temas como el contraste entre la expectativa y la realidad o la inconstancia de la alabanza humana.
¿Cuál es el significado del Domingo de Ramos?
El Domingo de Ramos es un reflejo de la naturaleza humana y del plan de Dios. Nos recuerda que:
- Jesús es Rey, pero no del tipo que la gente esperaba.
- El plan de salvación de Dios es más grande que las victorias temporales.
- Es fácil alabar a Jesús cuando las cosas van bien, pero la verdadera fe le sigue incluso cuando desafía nuestras expectativas.
¿Qué le sucedió a Jesús el Domingo de Ramos?
Jesús entró en Jerusalén aclamado por la multitud. Montó en un burro para cumplir la profecía y declarar simbólicamente su realeza. Lloró sobre Jerusalén, sabiendo que la gente no entendía lo que necesitaba. Luego se dirigió al templo, donde pronto lo limpiaría volcando las mesas y desafiando al corrupto sistema religioso.
El Domingo de Ramos fue el punto álgido de la aprobación pública de Jesús. Al final de la semana, sería traicionado, golpeado y crucificado.
¿Se puede comer carne el Domingo de Ramos?
Depende de tu tradición.
- Los católicos pueden comer carne el Domingo de Ramos, ya que no es un día de ayuno obligatorio. Sin embargo, como cae en Cuaresma, algunos pueden optar por abstenerse.
- Los cristianos ortodoxos suelen seguir ayunos cuaresmales más estrictos, evitando la carne y los lácteos.
- Los protestantes no tienen restricciones alimentarias universales el Domingo de Ramos.
Así que si se pregunta si una cena de bistec está bien el Domingo de Ramos, la respuesta corta es: consulte su tradición.
¿Qué ponerse el Domingo de Ramos en la actualidad?
El Domingo de Ramos es un día de iglesia, por lo que muchas personas optan por un atuendo elegante o semiformal. Algunas tradiciones enfatizan el color rojo (que simboliza la pasión de Jesús) o el púrpura (que representa la realeza y la Cuaresma). En algunos lugares, la gente viste de verde, reflejando el color de las ramas de palma.